20 de diciembre de 2009

Para que nos quieran...


Escribo para mí porque, si nadie me leyera, seguiría escribiendo. Porque, con el tiempo, lo que cuento ha comenzado a definirme; así que al final acabo pensando lo mismo que pongo en el papel en lugar de, más sensata, dedicarme a escribir lo que pienso. Escribo para mí porque, cuando eso sucede, escribir y pensar son ya la misma cosa.

Dice mi amigo Javier Díaz Gil que se empieza escribiendo a veces como terapia y como desahogo, por necesidad y porque a menudo "no hay más remedio". Porque, como me cuenta David Lerma, "la realidad que me rodea no acaba de gustarme, y en vez de beber en exceso, o de correr maratones, o de practicar el suicidio, pienso que inventando argumentos o personajes esa realidad va a quedar sepultada". "Se escribe porque ´la voz´ nos hace escribir", opina José María Herranz. Y se escribe siempre para algo, aunque ´sólo´ sea "para interpretar el mundo y para interpretarme a mí mismo frente al mundo", como me explica Javier.

Yo también interpreto el mundo cuando escribo. Me lo invento. Escribo, como dice ese poema bellísimo de Gonçalo María Tavares, "porque perdí el mapa". Y los temas son mis temas y los mundos son mis mundos y no logro salirme nunca de la inmediatez redonda de mi ombligo.

Escribo lo que me gustaría leer porque "soy mi primer lector"; coincido con Aureliano Cañadas. Pero también es cierto que escribiría distinto si supiese que nadie va a leerme nunca.

"Jamás se escribe para que te lean", me decía el otro día el poeta Fernando Soriano Bensusan, "escribes porque lo necesitas y necesitas que alguien te lea. Si nadie te lee no existes".

Así que, después de todo, no importa cuál sea el impulso o lo íntimo de esa la necesidad primera. Al fin y al cabo se escribe para el otro, para ofrecerse al otro, para presentarse al otro. Para -como declaraba Henri Michaux- "dar a conocer a una persona que, viéndome, nadie habría podido sospechar jamás que existiera".

A mí, viéndome, nadie diría que soy la poeta que encierro en mí. Y es que, con el tiempo, he llegado a comprender, no sin un cierto dolor, que soy mejor cuando escribo. El día que supe esto comprendí también el verso de Juan Gelman que dice "escribo ahora para que me quierás".

Sí, la mayoría de los poetas somos mejores cuando escribimos. Y escribimos, creo, para que nos quieran.


Imagen: títere de Marina Tapia Pérez para representar el poema "A un hombre sentado", de Ana Delgado Cortés

10 comentarios:

  1. Muy buena reflexión, gracias por recoger mis ideas.
    Estoy de acuerdo que somos mejores cuando escribimos.
    Un beso querida Ana

    ResponderEliminar
  2. El ciempeletras lactable derrama entre tus labios casi un alarido purpura y.............. digo purpureo casi, por ser Dorado.
    Un beso,corazon inmaculado.

    ResponderEliminar
  3. Porque Ana abrió la caja de Pandora y salieron todos los vientos de rascamán, aireándonos por dentro. Muy bien recogidas todas las ideas Ana. Y es cierto somos mejores cuando escribimos. Y quizás también sea cierto que escribimos para que nos quieran, pero además y sobre todo sabemos que nos quieren porque nos cuentan cuentos.

    Un beso, Rocío

    ResponderEliminar
  4. Gracias por vuestros comentarios, tanto por los previos a la entrada (es un placer charlar con los rascamanes), como por los posteriores (Pedro, un abrazo fuerte desde la distancia; ¡vente pa Madrid algún día!).

    Gran verdad, Rocío, eso de que nos quiere quien nos cuenta. Y viceversa, porque sólo se escribe de forma auténtica (con-movedora) cuando se quiere. Aunque también a veces una excesiva vinculación con las cosas que nos rodean nos impide escribir de forma certera. Bueno, no sé. A mí me pasa.

    Gracias por leerme.

    ResponderEliminar
  5. Hola, Ana, me alegro de descubrirte, además veo que Rocío es nuestro vínculo, mejor aún. He leído de corrido esta entrada, me ha gustado la reflexión, y me ha tocado especialmente por lo que dices y por la forma de decirlo: "...los mundos son mis mundos y no logro salirme nunca de la inmediatez redonda de mi ombligo." Qué se le va a hacer, yo también frecuento mi ombligo más que otra cosa.

    Bueno, tocaya, volveré. :-)
    ana

    ResponderEliminar
  6. Encantada de conocerte, Ana. Y gracias por tus palabras. :)

    ResponderEliminar
  7. A esa mismísima conclusión llegaba la gran Gloria Fuertes. Escribo -decía-,para que me quieran.
    Creo que hay algo más incluso, pero no está mal. Sería largo seguir largando. Hagámoslo poco a poco.
    Un beso, querida Ana

    ResponderEliminar
  8. Esa es una felicísima coincidencia; no sabía que eso mismo decía Gloria. Mil gracias por la visita y tu comentario, Enrique.

    ResponderEliminar
  9. Muy bien plasmado el aluvión de ideas que se suscitó en torno a este tema aquel día de tertulia en el Ruiz, Ana. Y sí, yo también suscribo tu conclusión: escribimos para que nos quieran. Al fin y al cabo también somos un cuerpo y una mente colectivos.

    ResponderEliminar
  10. Gracias por tu comentario, José María. Un placer leerte por aquí.

    ResponderEliminar

 
Creative Commons License
En re-verso by Ana Delgado Cortés is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.
Based on a work at enreverso.blogspot.com.