14 de septiembre de 2009

El decaimiento de la voluntad



Recuerdo a Chantal Maillard exponiendo las diferencias entre el modo poético y el filosófico en una entrevista concedida a Babelia, en junio de 2007. "El modo poético es receptivo y el filosófico requiere indagación", decía la poeta. "La actitud en la filosofía es voluntariosa, mientras que la poesía requiere un decaimiento de la voluntad".

Personalmente, siempre me ha fascinado ese juego de entrega y dominio que se establece entre el poeta y su obra. El poema se impone de repente. Los más platónicos dirían que busca la mano que lo escriba. Y, sin embargo, la escritura también es, en muchos sentidos, una lucha por llevar las riendas de ese algo que tiende a desbocarse.

En mi caso, el trabajo, la corrección y la vuelta incesante a lo creado no es más que un ejercicio en el que el que voy borrando todo lo que no es, simple y llanamente, el poema. O, como diría Maillard, todo aquello que es mi "voluntad".

Porque los poetas, voluntariosos, a menudo queremos dirigirnos con el verso a alguna parte, usar esa palabra que nos gusta, decir en una estrofa aquello que pensamos... Se olvida, como cuenta Jorge Riechmann en su "Resistencia de Materiales" (Montesinos, 2006), que "cuando el poeta sabe más que el poema, este último no tiene mucho que decirnos".

Sí. El poema se impone, se da y precisa que se le reciba. Sobreviene en cierto modo como una revelación. No; no como una revelación, porque eso nos obligaría a depender únicamente de inspiraciones y otros trances... Viene más bien como un deslumbramiento en el que influye tanto la luz como una retina predispuesta a lo luminoso. Ante ambas, poco puede hacer el poeta. Doblegado ante su propia forma de mirar, ante lo incontestable de la realidad, tangible o no, que se le ofrece, se abandona; escribe.

9 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo Ana.
    Muy interesante encontrarme con tu blog.

    Si quieres puedes pasarte por mis versos.

    http://jesusapariciogonzalez.blogspot.com/

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  2. Ana!!!

    Ha sido una sorpresa innesperadísima y sorprendente encontrar tu blog y, además, un par de comentarios suyos en el nuestro, que se nos pasaron por alto... Muchas gracias!!.

    Ya respecto a su blog, nosotros estamos pensando en discrepar de tu/vuestra opinión, al menos de esta entrada en concreto... no nos cuadra/compartimos las etiquetas (ninguna y tampoco ésta, claro) para la filosofía ni para la poesía (perdón, perdón!).

    Para nosotros el modo poético es (como otra posibilidad más de enfocar la poesía, claro) en sí mismo filosófico y requiere tanto indagación como receptividad... de hecho, pocas disciplinas del conocimiento humano tienen tanto en común como estas dos que citas (pensamos también nosotros).

    Pero, sobre todo, creemos que esta charla (interesante pero larga, intuimos) hay que tenerla en directo así que, en breve, recibirá una invitación formal para llevarla a cabo... ¡¡¡corre lo más rápido que puedas y no te detengas ni cojas en teléfono, estás a tiempo de evitar la tortura!!!

    ;-)

    Besos discrepantes... pero jubilosos!!


    PD.- No dejes de publicar entradas, son muy interesantes!!!

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  3. Hola, Jesús
    Después de unos días de vacaciones vuelvo a la rutina y (¡espero!)al blog. Muchísimas gracias por tus palabras. Por supuesto que visitaré el tuyo.
    Bss.
    Ana

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  4. Estimado accionista minoritario:
    ¿Qué más indagación puede esperarse de una actitud receptiva? Es cierto que el resultado de un buen poema puede llegar a iluminar más que páginas y páginas de buena prosa ensayística. Pero su método ha de ser distinto.
    Es cierto, no obstante, que este tema da para mucho más que para comentarlo en un blog, así que espero ansiosa esa convocatoria de asamblea extraordinaria.
    Gracias por dejarse caer por aquí.
    Un beso muy fuerte,
    Ana-quién

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  5. Si yo me abandono no escribo. Y no me doblego sino que me sublevo. En fin.

    Un poeta más.

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  6. Por cierto, lo luminoso y lo oscuro. A ver si todo van a ser soles, margaritas, abejas y colores. En fin.

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  7. Si me deslumbro, no escribo. Por ejemplo; esa mujer me deslumbra con su coche. Pues me estrello. Y si no es con su coche si no con otras cuestiones, es más que probable que también me estrelle pues soy débil. En fin.

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  8. "Personalmente, siempre me ha fascinado ese juego de entrega y dominio que se establece entre el poeta y su obra"
    - master and servant...you treat me like a dog...etc...

    Los más platónicos dirían que busca la mano que lo escriba.
    - La mano que mece la cuna.

    Y, sin embargo, la escritura también es, en muchos sentidos, una lucha por llevar las riendas de ese algo que tiende a desbocarse.
    .- Qué barbaridad.

    En fin.

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  9. "En mi caso, el trabajo, la corrección y la vuelta incesante a lo creado no es más que un ejercicio en el que el que voy borrando todo lo que no es, simple y llanamente, el poema".
    .- Todo es relativo, hasta lo que usted escribe, poeta.

    O, como diría Maillard, todo aquello que es mi "voluntad".
    - Bueno, si Maillard habla de su voluntad entonces tendré que estar de acuerdo con Maillard aunque no haya leído absolutamente nada. ¿Y qué demonios de poeta es?

    Soy inculto, ilústreme más allá del Babelia, un poema suyo, al menos. Gracias.

    En fin.

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